En el auditorio nacional, además de los bloques musicales, se presentaron diferentes muestras y conversatorios vinculados a la obra y la figura del artista. En los intervalos, los protagonistas del evento contaron sus diferentes experiencias en torno a Charly García, un rayo misterioso que atravesó de manera tal a cada persona que lo haya escuchado, que desde ese momento no volvió a ser la misma.
Con una expectativa acorde a la estatura del artista, los afortunados que habían conseguido entradas y se congregaban en el bajo porteño y los cibernautas que lo siguieron por diferentes plataformas desde diferentes partes del mundo se preguntaban con mayor o menor frecuencia. ¿Aparecerá Charly García en el escenario el día de su cumpleaños? De repente, se apagaron las luces. La demora fue más larga que lo esperado. Y Charly finalmente apareció.
Vestido de blanco, con brazalete y sombrero negro y una remera con un escorpión en su pecho, García dijo presente en su propio cumpleaños. Pasadas las 18.40 arrancó con “Cerca de la revolución”. Junto a él, sus históricos compadres Hilda Lizarazu y Rosario Ortega en voces; Zorrito Von Quintiero en teclados, Fernando Samalea en batería; sumados a ex GIT Pablo Guyot y Alfredo Toth en bajo y guitarra respectivamente. Como broche de oro, Fito Páez, teletransportándose imaginariamente desde el Colón, para completar el guiño a la banda que grabó el clásico Clics Modernos.
Y para golpear directamente a la nostalgia, “Canción para mi muerte”, el tema que empezó todo desde el primer long play de Sui Generis. “La canción que me lanzó al estrellato”, admitió García desde el escenario, y eso fue todo. Un cierre simbólico y circular para festejar con sus amigos y fanáticos, y dejar la puerta abierta a lo que pueda ocurrir de aquí en adelante.
